viernes, 31 de agosto de 2012

A dos pasos de la luna.

Me hacen gracia aquellos recuerdos. ¿Quiénes éramos? Nos sentíamos gigantes, éramos gigantes.
Pisábamos tan fuerte cada madrugada. Éramos gigantes.
Nos parábamos a descansar, nos reíamos de las estrellas, no paraban de mirarnos. Nos envidiaban, cada noche estábamos radiantes.
¿Qué nos pasó? Paró de repente aquel orgullo de ser críos.
Militares, malabares, cogiendo polvo. Juegos de niños, arrumbados, perdidos.
Quisimos crecer para ser alguien grande en esta vida, nos volvimos pequeños.
Nuestro tamaño crecía en el pasado, convirtiendo nuestro mundo en un escenario. Éramos gigantes.

domingo, 5 de agosto de 2012

Pequeños para este mundo.

Me gusta verte sonreír en sueños. ¿Te lo he contado alguna vez? Seguro que sí, apareces cada noche.
Alcanzábamos las hojas más altas de los árboles, subiéndonos a ellos. Todo era distinto contigo.
A veces incluso, sobrevolábamos la ciudad, contando las infinitas lucecitas que colgaban bajo nuestros pies, siendo tan simples para los ojos de dos humanos, que se convertían en armas feroces a la belleza de la noche.
Los sueños duraban muy poco, tal vez diez segundos. Sí, diez segundos. Ahora contamos hasta diez, y el tiempo se nos echa encima. 
Todo lo que agrupé en mis noches de rareza y danza aprendí que, no importa el tiempo que gastes en disfrutar, sino en el valor conseguido.
Mi valor eras tú, era la noche transformada en sueños que probablemente, nunca íbamos a cumplir.

domingo, 29 de julio de 2012

De noches de ojos rojos.

Los suicidios colectivos de los hombres con corbata, pajarita y un sombrero sin color. Puros, salones y los hielos con sabor. Damiselas enjauladas, dulzura, sexo, noches en vela simulando una canción.
Permiso, ¿me deja entrar en la habitación? Lo siento señorito, cerrada por reunión.
Los suicidios colectivos de chavales y neuronas son las ganas de arruinarse, de estropear su corazón.

Y por la noche viene la inspiración.

Resisto la madrugada, una copa, el cigarro.
Ventana. Asomada a la oscuridad, temiendo el sonido de lo humano, suspiro. Alivio. Silencio sepulcral, confío en esta luna que me alumbra y que no cesa, princesa de lo malo y no lo hagas, te haces daño. Creces, cuando aprendes a caminar y a llevar puestos los cordones bien atados, los zapatos. Garabatos, los niños fijos en el papel, van cogidos de la mano dueños de felicidad, cantando.

domingo, 1 de julio de 2012

"Un corazón es una pesada carga".


-Aplica tu diabólica mente al asunto o piensa en algo, si es que sabes pensar.


                                                                         -Sophie. Howl's moving castle-.




Que animal más salvaje.

Llevo caminando horas por esta carretera desierta, hasta que el viento me arrastra hacia el bosque.
Hay un claro, el sol ilumina con toda su fuerza aquel rincón conservado de la naturaleza. Las hojas caen, presas de la brisa, muy lentamente, amontonadas en montañas de colores.
Me apoyo sobre un árbol y me siento ante sus raíces. Es asombroso, el gigante que probablemente lo ve todo.
Cierro los ojos, suspiro, y alcanzo a detectar el olor que pasea y baila con el viento. Es tierra húmeda.
Los abro. Un animal, un lobo. Me encuentro en sus ojos, caigo y bajo a las legañas, voy hacia su hocico, tropiezo con sus bigotes. Rio mientras no paro de correr, llego a sus orejas, danza. Salto al vacío, caigo en su lomo, nunca antes había vivido algo así. ¿Quién eres? Despierto. Vuelvo a cerrar los ojos.
"Nadie me va a encontrar aquí".
Acaricio la hierba mientras juega por mis dedos.

Leyendas de mi mente.

martes, 27 de septiembre de 2011

Fragancia monstruosa.

Escondía su pequeña cabeza bajo las finas sábanas. Una amarga fragancia recorría toda la habitación. El viento soplaba fuertemente en el exterior, ella lo notaba.
Las pisadas se hacían fuertes en sus oídos.
Hacía justo un año que la criatura le visitó esa noche.
Y ella esperaba con miedo, sabiendo que en algún momento aparecería.
La esperada hora llegó. 23:34. Aguantó la respiración, cerró los ojos, y dejó pasar el tiempo.
Escuchó los mismos sonidos celestiales, y le llegó el mismo aroma. La dolorosa fuerza del año pasado le atacó. 
De repente, todo paró.
El olor había desaparecido, y el silencio reinaba junto con el silbido del viento.
Su alma había sido robada, otra vez.

Leyendas de mi mente.