Las pisadas se hacían fuertes en sus oídos.
Hacía justo un año que la criatura le visitó esa noche.
Y ella esperaba con miedo, sabiendo que en algún momento aparecería.
La esperada hora llegó. 23:34. Aguantó la respiración, cerró los ojos, y dejó pasar el tiempo.
Escuchó los mismos sonidos celestiales, y le llegó el mismo aroma. La dolorosa fuerza del año pasado le atacó.
De repente, todo paró.
El olor había desaparecido, y el silencio reinaba junto con el silbido del viento.
Su alma había sido robada, otra vez.
Leyendas de mi mente.