domingo, 5 de agosto de 2012

Pequeños para este mundo.

Me gusta verte sonreír en sueños. ¿Te lo he contado alguna vez? Seguro que sí, apareces cada noche.
Alcanzábamos las hojas más altas de los árboles, subiéndonos a ellos. Todo era distinto contigo.
A veces incluso, sobrevolábamos la ciudad, contando las infinitas lucecitas que colgaban bajo nuestros pies, siendo tan simples para los ojos de dos humanos, que se convertían en armas feroces a la belleza de la noche.
Los sueños duraban muy poco, tal vez diez segundos. Sí, diez segundos. Ahora contamos hasta diez, y el tiempo se nos echa encima. 
Todo lo que agrupé en mis noches de rareza y danza aprendí que, no importa el tiempo que gastes en disfrutar, sino en el valor conseguido.
Mi valor eras tú, era la noche transformada en sueños que probablemente, nunca íbamos a cumplir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario