domingo, 1 de julio de 2012

Que animal más salvaje.

Llevo caminando horas por esta carretera desierta, hasta que el viento me arrastra hacia el bosque.
Hay un claro, el sol ilumina con toda su fuerza aquel rincón conservado de la naturaleza. Las hojas caen, presas de la brisa, muy lentamente, amontonadas en montañas de colores.
Me apoyo sobre un árbol y me siento ante sus raíces. Es asombroso, el gigante que probablemente lo ve todo.
Cierro los ojos, suspiro, y alcanzo a detectar el olor que pasea y baila con el viento. Es tierra húmeda.
Los abro. Un animal, un lobo. Me encuentro en sus ojos, caigo y bajo a las legañas, voy hacia su hocico, tropiezo con sus bigotes. Rio mientras no paro de correr, llego a sus orejas, danza. Salto al vacío, caigo en su lomo, nunca antes había vivido algo así. ¿Quién eres? Despierto. Vuelvo a cerrar los ojos.
"Nadie me va a encontrar aquí".
Acaricio la hierba mientras juega por mis dedos.

Leyendas de mi mente.

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